domingo, noviembre 05, 2006

El problema de Oaxaca

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Desde hace días que tenía el deseo de tratar en este espacio el difícil, y a la vez lamentable asunto de los sucesos que se están viviendo en Oaxaca, pero lo había postergado porque siempre he considerado que este tema necesitaba y necesita de tiempo y calma para analizarlo fríamente, sin que los deplorables hechos que vamos conociendo te nublen la visión objetiva que se debe tener para casi todos los asuntos de nuestra vida.

Sin embrago, los días pasan y el problema no sólo continúa sino que pareciera agravarse y engancharse a una espiral interminable de violencia y radicalización que no augura un final positivo... desgraciadamente.

Las causas por las que el conflicto se encuentre en el punto en el que está en este momento son muchas y creo personalmente que todos los actores políticos tienen mucha culpa (y cuando digo todos, es absolutamente a TODOS)

Me explico:

  • Culpa la tiene el gobernador príísta Ulises Ernesto Ruiz Ortíz, quien no ha tenido la visión política para conciliar intereses; que está demostrando que, aunque ganó su puesto en las urnas, no es apto para ejercer como líder de todos los oaxaqueños; que no ha podido llegar a concretar acuerdos entre las diversas capas de la sociedad oaxaqueña y que quiere imponer la fuerza pública como única opción de diálogo.
  • Culpa la tiene el gobierno Federal, el de Vicente Fox, que ha anunciado que el conflicto en Oaxaca está controlado y que ha sido gracias al diálogo entre las partes, lo cual es totalmente falso puesto que el conflicto sigue desbocado, descontrolado e impredecible. Es culpable por engañar al pueblo, por tratar de maquillar las cosas para tener una "salida inmaculada" a pocos días de dejar el cargo y asi agregar otra "medalla" a su larga lista de promesas incumplidas. Culpable porque, durante varios meses miró indiferente los acontecimentos y no quiso intervenir por considerar que no era de su incumbencia. Ahora, cuando las cosas están fuera de madre, no le ha quedado otro remedio más que optar por la represión y la violencia para tratar de superar la crisis, sin considerar que obrando así la ha agravado aún más.
  • Culpa la tiene la APPO (Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca) porque, a pesar de su nombre, nunca ha sido una agrupación que represente los verdaderos intereses del pueblo oaxaqueño, sino que más bien se trata un grupo de choque con nexos con pasados gobiernos priístas y que, por luchas internas dentro del PRI, se han vuelto contra el propio gobernador de ese partido, radicalizando su lucha, monstrándose totalmente intolerables y queriendo, a través de la violencia, ejercer presión y obtener sus demandas. Culpable por aprovechar la polarización que sufre la sociedad mexicana y tratar de conseguir, además de sus peticiones originales, un botín político.
  • Culpa la tiene la sociedad mexicana porque desde las pasadas eleciones presidenciales parece olvidar que entre el negro y el blanco hay una gran variedad de grises, cada uno de ellos con un valor intrínseco que le son suficientes como para no pasar inadvertidos. La sociedad mexicana se ha polarizado con la consecuente pérdida de visión global y dejando a un lado características valiosas como la paciencia, la tolerancia y el respeto.
  • Culpables somos todos porque miramos sin querer ver y estamos sin querer actuar, en un egoísmo impresionante que se transforma en ese "ombligismo" que nos impulsa sólo a ver lo nuestro y olvidarnos de lo de los demás.

Estos son pues, desde mi punto de vista, los culpables de la penosa situación que vive Oaxaca y, por extensión, el pueblo de México. Y la pregunta que surge es: ¿qué es lo que sigue? ¿hacia dónde va el conflicto?

Ya me gustaría a mi tener una bola de cristal para responder estas preguntas que me angustian mucho, pero no la tengo. Y aunque tampoco poseo un don psíquico que me aclare el panorama, me temo que si todos los actores políticos (esos culpables a los que hacía yo referencia) no moderan el tono de sus intervenciones, no bajan el nivel de su agresividad, no intentan conciliar intereses y buscar por medio del diálogo las respuestas a sus demandas y no se convierten en sujetos menos intolerantes y más respetuosos de sí mismos y hacia los demás, Oaxaca pasará a la historia como un lugar nada digno a pesar de ser la cuna de aquel indígena oaxaqueño, Benito Juárez, quien dijo: "Entre individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".

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